Esta tarde cuando volví a casa soñé que perdía todos los
dientes.
Siempre me dijeron que tenía mucho que contar, que me dedicara
a escribirlo y escribir fue un método de supervivencia infalible por más de
quince años.
Las pastillas fundieron mi cerebro y el flujo de mis recuerdos,
también la manera en que podía expresarme claramente frente a la sociedad, las
pastillas también fueron personas con nombres que pronuncio sin notarlo en voz
alta, de vez en cuando, cuando pretendo que todo está saliendo bien.
Es como si sintiera algo por alguien, pero inmediatamente
ese sentimiento se convierte en lo que otros sentimientos se convirtieron;
intentos por sentir algo, muchas veces creí ser un robot.
Perdí la capacidad de sentir las emociones como mías, la
corrupción del tiempo me hace creer que todo lo que siento va a morir y por
morir debo respetarlo, pero jamás quererlo, me cuesta explicar que ya estoy
muerta.
Un día imaginaba que las personas teníamos un rango de
emociones para gastar en toda la vida, abusé, como abuso de todo lo que me
salga espontáneo, soy un animal después de todo ¿cómo podría dosificar lo que
nadie me enseñó a dosificar? Ahora siento miedo de las consecuencias.
Quiero a la gente pero mi amor no cruza las paredes de mi
cráneo, me resulta imposible hacerles sentir algo tibio, o quizás me conocen
mucho y lo sienten, de todos modos lamento decepcionar tanto a la gente que
amo, lo que no quiere decir que vaya a hacer algo para arreglarlo, me
acostumbré a perder y es difícil explicar lo mediocre que soy a la hora de
conservar.
Amé.
Irse de casa
Recuerdo que la gente mayor me decía que no había sitio como
la casa, que las relaciones con los padres mejoraban, que tarde o temprano
terminaría extrañando lo que jamás valoré y ese motín de consejos que nunca he
pedido del resto ¿recuerdan? Ese motín.
Pasa que no hay como casa, desde que me fui que no me siento
parte de nada, de nadie, en cierto modo siempre lo sentí pero tras el salto la
profecía se cumple ¿entienden? Y extraño mi verdadera casa, esa que abandoné
hace más de seis años, donde amé, donde aprendí a obsesionarme y luego extraño
esta casa que vino tras esos seis años, los últimos seis años y vuelvo a mi
pieza, cargo muchos los lugares, lugar donde estoy queda impregnado en mis
sueños, en mis deseos de volverme real, en las ganas de conocer al resto, de
ser alguien ¿quién? No lo sé, muchas veces desconozco todos estos deseos de
pertenencia que guardo tan en el fondo, la inseguridad es un chicle más que
mastico a diario ¿pero la pertenencia? De eso ningún libro te habla, ni te
explica…
Las relaciones con los padres cambian, ahora eres el hijo
viajero de quién sentir orgullo, pero si la cagas es asunto de otro costal, la
vergüenza mirada desde un punto personal, el “lo hicimos mal”, en el fondo la
guerra de ego jamás acaba, pero no me importa ser parte del ego de alguien más
ni las consecuencias de lo que alguien más hizo o no hizo por mí, lo valoro,
pero soy más que eso, o al menos lo dimensiono de ese modo, por más que hayan
intentado criarme lo mejor posible, el cincuenta por ciento era necesariamente
mi cosecha.
Recuerdo haber visto una película donde la mina decía por la
cerca de madera a otra mina “¿has amado tanto a alguien al punto de sentir que
te asfixias, pero no puedes dejarlo?”. Imaginen que ese “alguien” es uno mismo,
nunca amé tanto a nadie como a mí y vine a notarlo tan tarde, cuando estaba
completamente enamorada de la persona que yo mismo me inventé que era. ¿Saben
cómo escapar del placer de disfrutar de
los defectos que te encanta habitar? No se puede.
A veces doy botes con mi cabeza, uno y otro y otro bote, a
veces ruego que todo se vaya a la mierda para sentir lo que me acostumbré a
sentir toda mi vida, pero sé que no me lo merezco, que nadie se lo merece, me
quedo estancada entonces, me quedo Synecdoche, New york.
A veces lloro como lloran los adultos, una lágrima por ojo y
con las ganas de volver a llorar como cuando se era niño, con ganas, desde el
estómago, desde las vísceras gastadas.
No tengo tiempo para fijarme si la gente cambia, si me
importa que cambien, si me importan en general, el trabajo me absorbe, me
cansa, me aterra, esta vida nueva es lo que soñé de niña, pero todos los sueños
cambian, soy inconformista, creo que siempre lo seré, me da miedo saber qué
quiero realmente, probablemente algo que no me conviene sentir, prefiero
intentar mantenerme en la línea estable, incluso si no puedo entregar tanto, el
riesgo es la pérdida la mayoría de las veces y no tengo una alma joven para
entrar a jugar, no a esta edad.
Pido perdón por decepcionar, estoy consciente del daño, y me
duele, pero si me conocen sabrán que estoy cansada de hacer algo para remediar
tanto juicio, no puedo darme el tiempo de sufrir por los juicios ajenos, aunque
provengan de gente que amo. Haría el esfuerzo pero no hallo cómo y no tengo
espacio para pensar en eso, quizás cargue con ese karma, es lo mínimo y lo
máximo que haré.
Las pastillas.
Un monstruo me comía por dentro, sentía sus brazos reventándome bajo las costillas, a veces cerraba los ojos bien fuerte, esperando el próximo golpe, la cabeza me dolía, caía sangre bien tibia, me acostumbré a atrapar todos mis sentimientos en ese espacio de supervivencia, que nunca fui de aquí, que aunque explicara nunca podía sentir que era lo que creían que era, que me vuelvo inútil en la comprensión, inútil en la expresión, que me vuelvo un ser ajeno a su cuerpo, a su cabeza, que todo se fragmenta y lo puedo sentir, el paso de la vida quebrándome el rostro, lijando con cuidado mis sueños más frágiles, más limpios.
Lo que te corrompe te hace fuerte, lo que te hace fuerte te mata, en cualquier momento.
2 comentarios:
"las pastillas también fueron personas con nombres que pronuncio sin notarlo en voz alta, de vez en cuando, cuando pretendo que todo está saliendo bien.
Es como si sintiera algo por alguien, pero inmediatamente ese sentimiento se convierte en lo que otros sentimientos se convirtieron; intentos por sentir algo, muchas veces creí ser un robot.
Perdí la capacidad de sentir las emociones como mías, la corrupción del tiempo me hace creer que todo lo que siento va a morir y por morir debo respetarlo, pero jamás quererlo, me cuesta explicar que ya estoy muerta."
YO ENTIENDO ESO
ABRAZOS CÓSMICOS SIN BRAZOS
RAFAEL
Señorita Mariela:
Muy interesante su escrito. Recuerdo haberme sentido así hace varios años atrás, cuando sólo era yo y nadie más que yo contra un mundo que parecía ser injusto conmigo. Es con esta misma vivencia que le puedo decir que nunca es tarde para encontrarse con uno mismo. Siento que está siendo muy dura consigo misma y no lo merece, nadie lo merece.
No soy nadie para decirle lo que usted debe hacer. Pero, desde mi experiencia, podría decirle que debería tomar el riesgo de emprender ese viaje de autoconocimiento. Poder ver qué es lo que realmente quiere y poder hacer algo al respecto para lograrlo. De usted, y sólo de usted, depende que las cosas mejoren. Haga el esfuerzo porque puedo asegurarle que el nuevo "motín" lo valdrá.
Saludos.
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