jueves, 7 de octubre de 2010

La estructura del barco.

Mi corazón siempre será un navío maldito con tripulación fantasma.

Encallaré en mil mares diáfanos de enferma monotonía.

Me apegaré a la orilla cuando el viento lo permita aparentando estabilidad y sin embargo

querido, jamás olvidaré cómo solían azotarme las tormentas.

¡Dulce agonía de la oscura inmensidad marina!

¡Dulce desvelo desgarrando sin piedad cada fragmento en mi cubierta!

Rítmico y vivaz yace acorralado mi generador de latidos, bajo la hélice

Produciendo impulsos que los peces logran dilucidar con terror por la

Potencia con cual se emiten.

Roto, cansado, vagaré por la tierra proveyendo mis ojos de paisajes frondosos y mareas bajas.

Harto, experimentado, besaré las olas añorando la suavidad de tu puerto infalible.

¡Apurad la marcha de esta vieja embarcación hacia el más oscuro rincón del hemisferio contiguo!

¡Apurad la sentencia con que ha de tragarme la cuadrada tierra y su infinidad de dragones!

El tiempo parece detenerse en cada estación,

La tripulación etérea friega belicosa mi herido cuerpo mientras la roñosa proa implora a gritos que la batalla cese.

Advertido de lo que es perecer mientras se sobrevive, decido maniobrar en zigzag y tocar el horizonte con el mástil, arropar el atardecer con mi vela, herir el fondo azul con mi ancla.

Bajo a distancias descomunales escoltado por la gravedad sin dudar en asfixiar a mis viejos y agresivos temores con piernas de palo.

Bajo porque algo me dice que cerca del núcleo han de ondearse desprotegidas tus astillas.

1 comentario:

[saиgяecoиleche] dijo...

Desolador y demoledor. Me gusta, me recuerda cosas. Esas cosas que deben recordarse en vez de olvidarse por muy negativas que sean, esas cosas que te hacen sentir como un sobreviviente.